LOS AROMAS SON UN VIAJE A LOS RECUERDOS

El olfato es sin dudas el sentido con mayor capacidad para evocar un recuerdo y transportarnos al pasado. Este proceso, aunque explicado por la ciencia, no deja de maravillarnos cada vez que percibimos un aroma y al instante comenzamos un viaje hacia el interior de nuestra memoria. 

 En un mundo vertiginoso, en el que permanentemente estamos bombardeados por estímulos visuales y auditivos, el olfato parece ser un sentido menor. Sin embargo, el olfato tiene la poderosa capacidad de hacernos revivir momentos del pasado, tan sólo con la percepción de un aroma o un perfume. Estudios científicos brindan evidencia de esto. Una reciente investigación de la Universidad de Rockefeller, en Nueva York, confirmó que “recordamos un 35% de lo que olemos, un 5% de lo que vemos, un 3% de lo que escuchamos y sólo el 1% de lo que tocamos”. Los recuerdos relacionados al olfato son mucho más antiguos e intensos, están estrechamente conectados con las áreas de la emoción. Comprender este proceso nos hace valorar la complejidad y el poder del olfato, además de su capacidad para hacernos viajar en el tiempo.

Todos hemos vivido alguna experiencia olfativa, todos reconocemos un olor que nos recuerda a algo o a alguien y nos provoca una sensación de profundo reencuentro con lo vivido. Ese olor a tierra mojada por la lluvia que nos lleva hasta aquella tarde de verano en la montaña, el aroma de la pasta con estofado en la mesa dominguera de la infancia, el olor del aula después que el timbre marcara el fin del recreo, los perfumes del jardín de la abuela en primavera. Todos estos momentos y muchos más forman parte de nuestros recuerdos olfativos, la mayoría de ellos vinculados a la niñez, dado que en esta etapa se da el descubrimiento de nuevos aromas, causando gran impacto en un cerebro joven y muy permeable a nuevas experiencias. Cada uno de ellos, representa ese archivo íntimo y personal que nos permite reconocerlos y que la ciencia denomina como “memoria olfativa”.

La memoria olfativa es completamente personal y única. Y lo es, porque un mismo olor puede generar reacciones diferentes dependiendo de cada persona, de su experiencia  y lo que evoque ese aroma en su recuerdo. La memoria olfativa tiene tanto la capacidad de llevarnos a recuerdos desagradables, con esos olores que rechazamos, como de traernos al momento más hermoso de nuestra vida, esto depende de cómo nuestro cerebro haya clasificado ese aroma en particular. A través del olfato percibimos y recibimos sensaciones. El olor que más se recuerda es el de los seres queridos. Pero se trata de emociones y en este punto no hay reglas.

Algunos especialistas, aseguran que el ser humano empieza a establecer sus vínculos olfativos incluso antes de nacer. Porque desde el vientre materno ya se pueden asociar olores con emociones, que con el transcurrir de los años se mejoran y perfeccionan en la memoria olfativa. Los recuerdos evocados por los olores  relacionados a la infancia son muy poderosos, esas primeras asociaciones dejan una huella emocional duradera y muy profunda en cada uno de nosotros.

La expectativa de un olor también puede ser responsable de mejorar nuestro estado de ánimo. Basada en ésta afirmación, se ha desarrollado una técnica de trabajo alternativo que es utilizada por muchos: la aromaterapia. Una muestra más del poder transformador que las fragancias, perfumes y olores tienen sobre nuestro humor, ánimo y carácter.

Los perfumes son los olores que más identificamos y relacionamos. Por eso, elegir una fragancia que nos represente es muy importante. Porque dice mucho de nosotros y de nuestra personalidad, pero también porque al hacerlo, tenemos la posibilidad de provocar en otras personas un recuerdo que nos identificará por siempre.

¿Ya descubriste la fragancia y los olores que te hacen viajar al mundo de los recuerdos?